El sueldo de un chofer de camiones, es decir, camionero de YPF que llevan los tanques te lo indicamos aquí:
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El primer desafío

❖ La experiencia vale más que la licencia
En Argentina, tener la licencia profesional de transporte (LiNTI) es la parte «facil». Con saber conducir y lo elemental de leyes de tránsito y normativa, ya se puede obtener. Lo complicado viene después: conseguir el primer trabajo sin experiencia previa.
❖ El verdadero obstáculo: la experiencia y las referencias
Cuando buscás trabajo como camionero, la mayoría de las empresas te van a preguntar qué experiencia tenés o te van a pedir referencias. Como en el país hay muchos choferes buscando, los empleadores se vuelven más selectivos que en otros lugares como EE.UU. o Canadá.
❖ Conseguir la primera oportunidad (aunque no tengas experiencia)
Muchos arrancan gracias a un conocido que los recomienda. Un ejemplo claro fue el de un chofer que entró porque el dueño del transporte confiaba en su cuñado, quien ya trabajaba ahí. Esa recomendación fue clave para que le dieran la chance.
Sueldos ¿Cuánto pagan?
Se estima que el sueldo en mano de un chofer de camiones en YPF ronda entre los 1.000 y 1.400 dólares mensuales. Esta cifra puede variar según la categoría, la antigüedad y los adicionales que perciba cada trabajador. En general, es una de las ramas mejor remuneradas del sector del transporte.
Consejos
❖ Ser sincero y mostrar ganas de aprender
Algunos lo logran siendo honestos desde el principio. Uno le dijo al patrón: “Sé manejar, pero no conozco rutas, no conozco nada”. A pesar de eso, lo tomaron porque mostró predisposición y muchas ganas de aprender.
❖ Aprender en la ruta, “de prepo”
La mayoría aprende sobre la marcha. Viajan con alguien más experimentado, observan, preguntan y practican todo el tiempo. Uno aprendió incluso a manejar un camión sin embrague solo mirando cómo lo hacía su cuñado.
❖ Sin miedo, pero con responsabilidad
Un consejo común es no tenerle miedo al camión. “Cualquiera puede manejar”, dicen, pero siempre con responsabilidad. Si una maniobra genera dudas, lo mejor es bajarse y mirar antes de avanzar. La precaución es parte del oficio.
❖ Buen trato entre colegas
Ser amable en la ruta suma. Saludar a otros camioneros puede abrir puertas, porque muchas veces dan una mano o comparten consejos valiosos, sobre todo para quienes recién empiezan.
Pasos necesarios para iniciarse en esta actividad
Sin vueltas:
1. Edad mínima y licencia habilitante
El primer requisito para ser camionero en Argentina es tener al menos 21 años de edad. Además, es necesario contar con una licencia de conducir habilitante, conocida como Licencia Nacional de Conducir Profesional con categoría E1 (para carga general).
¿Cómo se obtiene la categoría E1?
Para tramitar esta categoría es necesario:
- Tener, como mínimo, un año de antigüedad con una licencia de categoría B1 o B2 (vehículos particulares).
- Solicitar la ampliación de licencia al momento de la renovación, indicando que se desea pasar a una categoría profesional.
- Presentar documentación como fotocopia del DNI y de la licencia actual.
2. Examen psicofísico obligatorio
Una vez iniciado el trámite para la categoría E1, se debe realizar el examen psicofísico. Este consiste en una serie de estudios médicos y evaluaciones psicotécnicas para garantizar la aptitud física y mental del conductor.
- El examen suele realizarse en sedes sindicales o centros habilitados por la CNRT.
- En algunas provincias, como Entre Ríos o Misiones, existen centros específicos (por ejemplo, en Paraná, Gualeguaychú o Posadas).
⚠️ El psicofísico tiene una validez de dos años para personas menores de 45 años. A partir de los 45 años debe renovarse anualmente.
3. Curso de Cargas Generales
Este curso es el primero que debe realizarse para habilitar la conducción de vehículos de carga. Su contenido incluye teoría, prácticas con simulador y normativa vial.
- Duración actual: 5 días (aproximadamente 40 horas).
- Se debe contar con el psicofísico vigente para poder inscribirse.
4. Curso de Cargas Peligrosas
Este curso es complementario al de cargas generales y habilita al conductor a transportar materiales considerados peligrosos (combustibles, productos químicos, etc.).
- Requiere haber aprobado previamente el curso de cargas generales.
- El curso inicial tiene una duración de 2 días.
- En las renovaciones posteriores, la capacitación se reduce a un solo día.
5. Perspectiva laboral
A pesar de los desafíos, ser camionero en Argentina puede representar una salida laboral muy valiosa. Las empresas de transporte —especialmente aquellas que manejan combustibles o mercancías peligrosas— suelen ofrecer salarios competitivos.
El trabajo implica una gran responsabilidad, ya que se conduce maquinaria de gran porte (generalmente de hasta 45 toneladas) y durante extensas jornadas. Sin embargo, la incorporación de tecnologías modernas ha facilitado notablemente la conducción, haciendo la tarea más segura y accesible.
Aunque se trata de un oficio exigente —por las largas horas de ruta y el tiempo lejos del hogar— también puede ser una actividad gratificante, tanto a nivel económico como personal.
Postularse a un empleo
Se puede ver una lista de lo que YPF está buscando en estos días entrando en esta parte de aquí. Vas a notar hay cosas interesantes.
Anécdotas y realidades de camioneros en la ruta
En las rutas más remotas de la Argentina, donde la geografía desafía la lógica y la logística parece una hazaña, trabajan conductores que no solo manejan camiones, sino que transportan verdaderos desafíos rodantes. Uno de estos camioneros relata que su labor consiste en trasladar cargas sobredimensionadas: estructuras gigantescas, tanques metálicos y componentes industriales de dimensiones monumentales. Algunos de estos tanques alcanzan los 5,10 metros de altura, 30 metros de largo y 4,20 metros de ancho, lo que obliga a movilizarlos con vehículos especiales llamados carretones.
La extensión de sus camiones es otra muestra de lo extraordinario de esta tarea. Mientras que un camión estándar mide unos 18,5 metros, los vehículos utilizados para estas cargas pueden llegar a medir hasta 34 metros entre paragolpes. El transporte se convierte así en una operación de precisión, y no un simple trayecto. Uno de los conductores explica que la clave está en la experiencia, la atención al detalle y la paciencia.
Cada viaje implica una serie de preparativos complejos. Se planifica la ruta con extremo cuidado para evitar puentes bajos, cables aéreos, caminos estrechos o pendientes comprometidas. En una ocasión, uno de los camioneros recuerda cómo debió interrumpir el Camino del Buen Ayre, cortar el peaje y paralizar parte de la Panamericana porque un tanque que trasladaba no pasaba bajo los puentes previstos. “Hay veces en que por apenas unos centímetros tenés que replantear todo el operativo”, cuenta.
Para evitar estos obstáculos, el equipo de transporte emplea tecnología especializada. Uno de los conductores describe cómo utilizan un láser que mide con precisión la altura de los puentes a lo largo del camino. A veces, incluso una diferencia de veinte centímetros puede hacer que una carga pase o no. En algunas ocasiones, relata, han debido desinflar el carretón para bajar unos centímetros y pasar «por dos dedos».
Además del vehículo principal, la operación se apoya en un coche guía. Este vehículo puede ir adelante o atrás según la necesidad, y cumple un rol esencial: advertir sobre el tráfico, informar la presencia de puentes o cables y evaluar si hay espacio suficiente para que el camión maniobre. La comunicación constante se mantiene a través de handies. Un camionero explica que trabajar con los mismos compañeros en el coche guía genera confianza, algo indispensable cuando se maniobra con precisión milimétrica.
Los recorridos también son parte del relato extraordinario. Hay camioneros que han descargado cargas a 4000 metros de altura en el Salar del Hombre Muerto, entre Salta y Catamarca. Otros destinos incluyen obras perdidas en lugares donde «nadie iría con un camión», como partes recónditas de Catamarca, donde recorrió casi por completo la Ruta 40. También ha atravesado Bariloche, Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, La Pampa y Entre Ríos. Cada ruta presenta sus propias dificultades, pero también regala postales memorables: como aquella imagen del camión junto al cartel de la Ruta 40 en plena montaña.
La adrenalina es parte habitual del oficio. Uno de los camioneros señala que cada viaje implica vértigo, concentración y sobre todo mucha responsabilidad. Transportar estas cargas no es sólo un desafío mecánico, sino también humano. “La prudencia es fundamental, especialmente con las cargas anchas y cuando te cruzás con otro camión de frente”, reflexiona.
El trabajo también implica cierto grado de autonomía. Uno de los conductores destaca que su camión cuenta con una hidrogrúa, herramienta que le ha salvado de muchos apuros, como cuando tuvo que desencajar un tanque atascado en un puente. Al poder cargar y descargar sin asistencia, evita contactos innecesarios, lo que incluso fue muy útil años atrás cuando los protocolos sanitarios obligaban a minimizar interacciones.
Pese a los esfuerzos y desafíos, el disfrute está presente. Uno de los camioneros explica que ama su trabajo. Valora la libertad de controlar su viaje, salir cargado desde la planta, descargar y volver vacío, sin depender de conseguir carga para el regreso. Este ritmo le permite trabajar “de la mejor manera”, sin presiones externas. También se da tiempo para registrar sus travesías: toma fotos y graba videos de cada destino. Uno de estos videos, en el que cruza una ruta inundada al amanecer entre Buenos Aires y Rufino, se volvió viral en redes sociales.
Aunque la mayoría de estos viajes se desarrollan sin incidentes graves, los riesgos siempre están latentes. Uno de los camioneros afirma con alivio que nunca ha tenido un accidente, pero es consciente de que un descuido puede tener consecuencias catastróficas. Por eso, el equipo entero trabaja con cautela y profesionalismo. “Saben que nos mandan y saben que llegamos”, resume.
Desafíos en la Ruta: el lado invisible del trabajo
Más allá del manejo, la vida del camionero está atravesada por múltiples desafíos diarios. Uno de los más reiterados es el comportamiento de otros conductores: «manejan muy acelerados», no respetan distancias, señales, ni tienen conciencia del tamaño o peso de un camión. El uso del teléfono celular al volante ha empeorado la situación, generando maniobras peligrosas y una tensión constante en la ruta.
A esto se suman los piquetes, un obstáculo frecuente. Los camioneros deben armarse de paciencia: “rezar que corte lo más rápido posible”, “acostarse a dormir” o esperar «dos, tres, cuatro horas». Aunque algunos comprenden los reclamos, la bronca surge porque “todos queremos volver a casa”.
Los horarios de trabajo son inciertos. Se arranca temprano, pero no hay un momento claro de cierre. El riesgo de quedarse dormido manejando es real, y por eso los más experimentados recomiendan “parar un rato antes” si el sueño aparece. Incluso algo menor, como una lona suelta o un problema en las duales, puede alterar toda la jornada.
La vida en la cabina: rutinas y recursos
En la ruta también hay espacio para rutinas y costumbres. La higiene, aunque limitada, se mantiene gracias a estaciones de servicio, empresas con comodidades o soluciones improvisadas con un tanque de agua. La comida se convierte en un ritual: muchos camioneros tienen sus paradas preferidas según la zona, parrillas, rotiserías, bodegones, pizzerías, parripollos, o cafés al paso, donde encuentran un poco de hogar entre el asfalto.
El mate, la pava, un buen colchón, herramientas básicas y música (con una lista variada entre Arjona, Leo Mattioli, Folklore, Rock nacional, Los Palmeras y Ulises Bueno, como artistas recurrentes) son compañeros inseparables. Y aunque se ven muchos haciendo dedo, la mayoría no los levanta por seguridad. A veces otro tipo de camioneros mas independientes pueden hacer una excepción con maestras o personas solas de noche, pero en general prima el cuidado personal.
Motivaciones, identidad y silencios
El trabajo del camionero es mucho más que mover mercadería: hay un profundo sentido de dignidad y pertenencia. Se valora la libertad, la posibilidad de viajar solo, conocer gente nueva, ver paisajes distintos cada semana y aprender algo nuevo “todos los días, sin importar la edad”. Muchos vienen de familias de camioneros y repiten con orgullo el legado.
Eso sí: hay temas que no se tocan. No se habla de cuánto se gana, de mujeres o amantes, ni de religión. A veces se conversa de política (con riesgo de peleas) o de lo que se transporta, pero jamás de dónde vino la carga. No se critican los camiones de otros ni se habla abiertamente del cansancio o las cosas que se aguantan.

Video sobre el tema































